En estos tiempos vemos una terrible persecución contra los cristianos en medio mundo. Especialmente en regímenes musulmanes y comunistas. Vemos iglesias quemadas en Pakistán, cristianos crucificados en Irak, cadáveres carbonizados tras un ataque terrorista en Nigeria o familias enteras que son fusiladas en Corea del Norte por el solo hecho de estar leyendo la Biblia en privado en la intimidad de sus hogares. La situación es especialmente crítica en Oriente Próximo. Muy pronto no quedarán cristianos allí tal es la política de genocidio que está teniendo lugar en estos días. Frente a toda esta oleada de cristianofobia Occidente mira a otro lado y calla. Es más, abre las puertas de par en par a los musulmanes y tacha de racista y xenófobo a cualquiera que considere su política migratoria un grave error.
Debemos detener la inmigración islámica que es el caballo de Troya de la yihad. El problema del islam no es que los musulmanes recen cinco veces al día, que sus mujeres lleven velo o que adoren a un dios equivocado. El problema es que el islam suele llevar consigo la dictadura bajo el brazo y que el Corán es un auténtico llamado a hacer la guerra contra los infieles. Hay musulmanes moderados, por supuesto, pero llenar Occidente de mezquitas y escuelas coránicas es invitar a que los islamistas nos corten el cuello a los infieles en el futuro, tal y como ya hacen en el presente en los países donde ellos son mayoría. Los bárbaros destruyeron Roma y los musulmanes destruirán Europa. No quiero volver a los tiempos de la Inquisición. Quiero regirme por una Constitución y no por la ley sharia.
Occidente debe cambiar la política migratoria y dar total prioridad de entrada a aquellos creyentes perseguidos por su fe. Católicos de Sudán, protestantes de Siria, judíos mesiánicos de Irán, coptos de Egipto, maronitas de Líbano… Da igual las denominaciones… Cualquier perseguido por el nombre de Cristo es nuestro hermano y debemos darle refugio. Es nuestro deber moral. Además Yahvé concede una gran bendición a quienes tienden la mano al perseguido. Que se lo digan a Lot y su familia. O a Estados Unidos, que dio refugio a millones de protestantes perseguidos por la Inquisición en Europa. O a Israel, que nace para evitar otro Holocausto. O a San Marino, una nación refugio desde su nacimiento en el año 301. Tomemos ejemplo de ellos, todos grandemente bendecidos por el Señor.
